Según la RAE rutina es:
“Costumbre o hábito adquirido de hacer las cosas por mera práctica y de manera más o menos
automática”. Ésta costumbre o hábito es muy necesario tanto en el deporte como en nuestra
vida diaria, no así la monotonía, que, citando de nuevo a la RAE, es “la falta de variedad en
cualquier cosa”.
Y es esa falta de variedad en nuestro día y a día lo que nos lleva a un estado de apatía y
desgana, diría casi vegetal, que hace que contemos los días, no que los días cuenten. Por ello
es necesario incluir en nuestra rutina, alguna concesión que nos permita tener ilusiones, ya sea
en forma de planes con familia o amigos, escapadas, paseos por la naturaleza, etc.
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En este caso hemos decidido hacer una escapada antes de finalizar el año 2022
despidiéndolo a lo grande y así recibir el siguiente con mucha energía para afrontar nuevos
proyectos, y por qué no decirlo, darnos un gustito, que nos lo hemos ganao’.
Y es que muchas veces nos olvidamos de VIVIR, y es muy importante que, al margen de tener
una disciplina marcada en tu trabajo, en tu actividad física, en tu nutrición, también dejemos
tiempo para el ocio, para hacer todo aquello que nos encanta, como es en este caso, viajar.
El destino elegido ha sido Burdeos.
Burdeos o Bourdeux una ciudad ubicada en el suroeste de Francia, famosa sobre
todo por sus vinos. Una ciudad además importante por su historia, con parte de la misma
considerado patrimonio de la UNESCO. Una ciudad que, al margen de todo, nos ha resultado
acogedora, con gente muy agradable al trato (a pesar de la barrera del idioma, nos hemos
apañado), un ambiente en sus calles animado, una gastronomía espectacular, y como no, una
decoración navideña que ha hecho que entremos de lleno en esta época del año tan
entrañable.
Pero antes de llegar a Burdeos, realizamos una parada en la pequeña pero preciosa ciudad de
Bayona, con calles de estilo medieval y una catedral que hace las delicias de todos aquellos
que buscan el recogimiento religioso, o simplemente observando sus colores, sus formas…
increíble.
También aprovechamos esta parada como primera toma de contacto con los mercadillos
navideños, que tanto nos gustan, porque parece que en estos lugares es más Navidad que en
ningún otro.
En definitiva, una parada breve pero un buen entrante para un menú que íbamos a degustar
poco a poco y con muchas ganas durante toda la semana.
Llegamos a Burdeos y rotundamente opinamos que es una ciudad mágica, y más en esta época
del año, prueba de ello la “Odisea de las Luces” en el parque de Bordelais, una exposición
dónde te transformas de nuevo en niño y te dejas llevar por el entorno tan especial que
generan las lámparas con mil formas y colores diferentes, elefantes de África, dragones chinos,
sirenas… es como pasear por un sueño. Si todo esto lo acompañas con una riquísima crépe de
chocolate caliente, la experiencia es de 10.
Nuestra hambre de conocer nuevos lugares nos lleva a salir hacia los alrededores de la ciudad
y conocer St Emilion, una pequeña población a una media hora de Burdeos, muy famosa por su
producción de vino. ¡Tiene un encanto muy especial, y una iglesia excavada en la roca! Si bien
es cierto que nos gustaría visitarla en otra época del año, ya que con los viñedos en su máximo
esplendor tiene que ser un paisaje precioso.
Continuando con nuestra exploración de la zona llegamos a la Bahía de Arcachon, teníamos
muchas genas de visitar este lugar y no nos ha defraudado en absoluto. Como ocurre
generalmente con las zonas de playa, tienen un encanto diferente, incluso con otra
luz… pero si algo destacamos es la Duna de Pilat, la más grande Europa. Un lugar que no te lo
crees hasta que no estás allí, hasta que tus pies no se hunden en la arena, y es cuando miras
hacia arriba y ves la altura que tiene y piensas ¿voy a ser capaz de subir esta cuesta?, pues si,
fuimos capaces, y no es para tanto, pero hay que echarle un poco de ganas, porque la palabra
“cuesta” no es gratis, pero la recompensa cuando llegas arriba es increíble, una paz… y el mar de fondo, que como siempre, lo embellece todo más, si cabe.
Lo más divertido, bajar la duna corriendo, dejándonos llevar por la inercia de llegar hasta la
orilla del mar, aun sabiendo que después tendríamos que subir de nuevo. La sensación de
libertad en ese momento, es indescriptible. No podemos evitar acordarnos de la maratón “Des
Sables”, que, habiendo vivido esta experiencia, creemos que está bien catalogada como una de
las más complicadas del mundo.
Y retomando el inicio de este texto, el vino es muy importante en esta zona , y no queríamos
dejar pasar la oportunidad de conocer un Chateaux, así llaman a las “bodegas” que producen
vino en la zona, y que se encuentran en un enclave con mucho encanto.
El viaje llega a su fin y toca volver a casa, no sin antes hacer una última parada que nos generaba mucha curiosidad. Hablamos de Capbreton, una localidad costera, en la cual destaca su iglesia con una torre que es un faro, detalle que remarca la importancia marinera de esta zona, y su playa, dónde aun se conservan bunkers alemanes de la 2ª Guerra Mundial que nunca llegaron a utilizarse, y a los que la fuerza del mar les ha ganado la batalla.
En este viaje no hemos corrido ninguna carrera, pero si hemos caminado, y mucho. Nos hemos
llenado de experiencias, y también hemos disfrutado de la comida y el buen vino, que como
todo, se puede, en su justa medida. En definitiva hemos vivido, y estamos muy felices,
volviendo a retomar nuestras rutinas con las pilas cargadas y encarando un 2023 lleno de
proyectos que nos llenan de ilusión y ganas.
Felices fiestas para todos.
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